La fábrica transparente

Uno de los primeros planos de la historia del cine es la salida de una fábrica. Rodada el 1895 por los hermanos Lumière ante su propia fábrica de aparatos fotográficos, la famosa secuencia nos muestra como las trabajadoras dejan de ser un grupo homogéneo para convertirse en una multitud dispersa.

A medida que nos adentramos en un mundo cada vez más digital, el trabajo se hace cada vez más flexible, precario y ubicuo, y a menudo ya no nos define como individuos. Incluso durante nuestro tiempo de ocio continuamos trabajando de manera no remunerada, generando contenidos o datos. En la fábrica transparente, se hace cada vez más difícil distinguir cuando estamos dentro y cuando estamos fuera.

Los videojuegos son unas arenas especialmente movedizas en este proceso de transformación. Si bien acostumbramos a pensarlos cómo en una actividad de ocio, los videojuegos cada vez se asemejan más a un complemento de la jornada laboral. Partidas cortas, normas simples, rutinas repetitivas y un balance meticulosamente calibrado entre gratificación y frustración son los ingredientes de una nueva ergonomía digital que conquista las pantallas y confunde los límites entre tiempos de ocio y tiempo de trabajo, entre improductividad e hiperactividad.

Esta exposición, que toma como título la investigación homónima del artista mataronense Octavi Comeron (1965-2013) sobre arte y postfordismo, nos interroga sobre la relación entre los videojuegos y el trabajo, así como sobre el valor del tiempo y la imaginación, en un momento en que nuestro cuerpo acciona los engranajes simbólicos de una actividad que ya no denominamos trabajo.

Quan sortim de l’institut s’encenen els llums de Marc Villanueva Mir

Video, 13 minutos. 2024.

Detrás una apariencia de libertad y fantasía, los videojuegos esconden rutinas, encargos, trabajos repetitivos y situaciones de espera, que no son muy diferentes de las dinámicas propias del día a día laboral. Y como toda jornada laboral, las horas de dedicación son recompensadas, ya sea con monedas, puntuaciones, gemas o caramelos, que ofrecen una efímera sensación de gratificación antes de volver a empezar el día siguiente. Estas alumnas del Instituto Maria Espinalt de Barcelona nos narran sus experiencias como trabajadoras del universo virtual de los videojuegos, donde cada día entran cuando salen de clase. Su perspectiva hace totalmente ambigua la diferencia entre jugar y trabajar, y nos revela la existencia profunda de lógicas capitalistas en la digitalización del tiempo de ocio.

Este video es una extensión del texto comisarial, y surge del proyecto EN Residencia del curso 2020-2021, un programa del Instituto de Cultura de Barcelona y el Consorcio de Educación de Barcelona, con la mediación del Teatro Lliure.

Diario de fábrica de Marta Azparren

Instalación objetual, audiovisual y sonora. 2020-24.

En lenguaje audiovisual, un loop es una acción que acaba al mismo punto donde empieza. El gesto del montaje en cadena, para ser eficaz y productivo, se tiene que realizar con las mismas premisas. Diario de fábrica recupera la memoria corporal de las trabajadoras de una fábrica textil y la conecta con los nuevos significados del ocio y el trabajo.

A la pieza central de esta exposición, el artista copia el gesto que dos extrabajadoras del textil han compartido con ella, y lo traslada repetidamente a una plancha de acero, creando un grabado acumulativo donde el rastro del gesto mecanizado acontece físico y audible. Un mismo gesto separado por el Mediterráneo que, después de cincuenta años, sigue siendo el mismo. Lo acompañan los guantes utilizados para hacer el grabado, una máquina de fichar donde se ha registrado la duración de la acción y una proyección sobre un cuaderno ergonómico franquista que muestra el rastro devastador que las herramientas de trabajo imprimen en los cuerpos.

Laboratorio proletario de Roc Parés

Instalación multimedia interactiva. 2024.

La cadena de montaje se encuentra en el centro de la fábrica fordista, pero también de este videojuego donde no tenemos otra opción que correr desesperadamente en una única dirección. En una famosa escena de Tiempos Modernos, Charles Chaplin se ve forzado a trabajar compulsivamente en una cadena de montaje, hasta que pierde el control de su cuerpo y es engullido por la propia máquina. Poseído por la coreografía del trabajo, Chaplin absorbe la fábrica para sus adentros.

Revirtiendo la tendencia de la tecnología a miniaturizarse y hacerse invisible, esta propuesta de Roc Parés expande la interfaz de juego y exige toda la atención de nuestro cuerpo para guiar el personaje del videojuego, mientras un algoritmo de visión por computadora dibuja nuestros gestos a la pared: un eco visual que nos muestra como nuestro comportamiento en línea es continuamente monitorizado y analizado.

Sobre perder el tiempo de Raquel Friera

Instalación audiovisual, 8 horas. 2007.

El 2007, Raquel Friera contrató un actor para que “perdiera el tiempo” durante ocho horas, el intervalo de tiempo correspondiente a una jornada laboral en España. A lo largo de estas ocho horas, el actor se dedicó a representar el que se entiende por la expresión “perder el tiempo”, según los resultados obtenidos por el artista a través de una encuesta realizada entre los ciudadanos de Barcelona.

La pieza se plasma en un video de ocho horas de duración, proyectado en una sala con almohadas donde se invita el espectador a sentarse y observar. A la imagen, un reloj marca el tiempo restante de filmación, de forma que quien quiera ver el video entero puede decidir si está en condiciones de redoblar con su presencia esta situación de pérdida de tiempo.

Marta Azparren se mueve entre el cine experimental, las artes vivas y el dibujo. Su obra reflexiona sobre la actividad artística, con una atención especial por las conexiones entre creador, espectador, obra de arte y contexto expositivo. Sus propuestas audiovisuales sobrepasan los marcos convencionales de la imagen para proyectarse en prácticas como el cine expandido, la edición en vivo, la spoken cine o la videoinstalación. Su obra ha sido proyectada y galardonada en numerosos festivales internacionales de cine y video, exposiciones y ferias de arte. Recientemente ha publicado el ensayo Cine ciego. Detener el flujo de las imágenes.

Raquel Friera ha estado obsesionada, desde sus primeras piezas, con el tiempo como herramienta de control político. Durante su recorrido artístico, se ha interrogado sobre la pérdida de tiempo, el tiempo libre, el tiempo de espera, el tiempo de cuidados, el tiempo de la maternidad, o la crononormatividad como régimen temporal de poder. Ha expuesto en espacios como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, CentroCentro (Madrid), el MUSAC (León), Casal Solleric (Mallorca), Fundación Tàpies, Galería ADN Platform, La Capella o La Virreina (Barcelona), así como a La Compagnie (Marsella), Projektraum LS43 (Berlín) o MUAC (México).

Roc Parés se define como artista investigador en comunicación interactiva. Sus trabajos artísticos se caracterizan por la experimentación poética y crítica con las nuevas tecnologías, rehuyendo planteamientos tecnosolucionistas y apostando en cambio para observar como nos comunicamos con estas tecnologías. Desde 1995, es profesor e investigador del Departamento de Comunicación de la UPF. Ha presentado sus piezas en espacios como el CCCB, la Fundación Joan Miró, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), la Tate Gallery (Londres), el Arte Gallery of Ontario o lo Centro Cultural de España en México, entre otros muchos.

Marc Villanueva Mir desarrolla su actividad artística en el ámbito de las artes escénicas, entendida en un sentido amplio. Se interesa especialmente por la idea de juego y sus posibilidades para la investigación artística, así como por la performatividad de la ciencia, la literatura y las tecnologías digitales. Ha presentado sus proyectos en contextos como el Festival TNT (Terrassa), el Festival Fasto Forward (Dresde) o la Schaubude (Berlín), y ha sido artista residente en espacios como el centro de artes Santa Mònica, el Teatro Libre o el Frankfurt LAB.